miércoles, 9 de julio de 2025

LAS MUSAS A LA DERIVA

 LAS MUSAS A LA DERIVA 

Diario La Prensa de Curicó

27 de abril de 1997 escrito de Samuel Maldonado de la Fuente

    Las me meditaciones de principios del siglo, sobre la solidez y el sentido del arte conmovieron a toda la sociedad. De allí, nacieron diversas ponencias para renovar el arte a través de una ironía, cuyo fin era una denuncia contra el anti humanismo y descubrir la verdadera función que el arte debía cumplir en nuestra sociedad. A partir de esta concomitancia, la nueva ponencia del arte se convirtió en una formulación destructiva para reconstruir. Destruir no es necesariamente una actitud negativa; depende de lo que destruya, nos dice Rafael Squirru. Es así como se utilizó el campo de lo grotesco, de la ironía. 

    Esta última es un arma poderosa; sin llegar a un nivel cósmico de la risa, esta actúa como alfiler, capaz de desinflar los Globos de la fatuidad o los zeppelines de la tontera. De este modo, una corriente revalorizadora del arte se inicia con Rimbaud sigue por Tzará pasando por Duchamp y el mismo Picasso, pretenden destronar el arte retiniano por uno que incorpore al pensamiento como socialización del mismo.

    Ya no es extasiarse frente a una obra, si no que pensarla. De paso destruir el academismo en el qué las obras del siglo decimonónico estaban encasilladas. Ese mismo academismo acabará por destruir a los destructores.  ¿Acaso la abstracción y el conceptualismo no son una nueva forma de academismo? Es el fin de la historia nos dice Fukuyama, pero yo no creo lo mismo. 

Perspectivas 

    La sociedad ha caído en una insensatez, por ende el arte que tiene una nueva valorización mercantilista. Existe una degradación del espíritu del arte, ese que Kandinsky pregonaba. Lo insensato de todo, es que los artistas se vean obligados a seguir la corriente de los postulados exitistas del mercado, el que no posee la más mínima reflexión sobre el valor del espíritu. Es como dice Kunert, “El arte se ha convertido de siervo de la teología a empleado a sueldo del mercado”

    Hoy el arte se limita a vivir de glorias pasadas, lo que equivale a una mortal agonía, con una aparente vitalidad, presentando materiales que solo son chatarra, como vidrios hechos añicos, grasa, fieltro y materiales en desuso, que seguirán siendo basura muerta. Todas las actuales obras vanguardistas son innecesariamente superfluas, carentes de sentido y de función, sólo sirven de pasatiempo para el snobismo órfico o para una charla insulsa. Kunert resalta que el arte moderno se aproxima mucho a la pintura rupestre, ya que le falta contexto explicativo. Los intérpretes se esfuerzan de eso sí, por explicar los productos contemporáneos, pero las explicaciones carecen de valor canónico, por qué la exégesis y la explicación basadas como están sobre el tambaleante fundamento de la especulación y la hipótesis, no son capaces de enunciados definitivos. Creo que el límite entre la creatividad y la libertad, es la propia libertad, que ha extendido sus límites sin una normativa de sus deberes intelectuales, estéticos o morales; esto desemboca en la falta de vínculos y en la total carencia de responsabilidad, en la arbitrariedad como principio creador esencial, de un “anything goes”, en que el arte ya no es reconocible.

     Toda la riqueza lograda durante el siglo XX que muchas veces fue abrumadoramente rica en variedad de nuevos descubrimientos y confrontaciones, nuevas experiencias sensoriales y nuevas ideas, están a la deriva producto de una falta de estándar cualitativo, en el que el “Tuto vale”, esconde la mediocridad y carencia de sentido en ciertas corrientes. Es otro estado mental dónde no prima el rigor ni la reflexión crítica.

     Aunque el arte necesita del mercado, no debe degenerarse cómo un producto en serie, es falta de ética artística, cómo ha sucedido con algunas artistas locales y nacionales, que deambulan en un falso supermercado del arte, entregando obras chatarras. 

    “El arte moderno disfruta de la libertad propia de los fugones, pero no está permitido reírse de él”. Para el arte moderno la detención significa la renuncia a sí mismo; su auto comprensión se basa en que se producirá algo nuevo, aunque desde un microscopio toda esta creencia de “innovación interminable”, más me parece una mera modificación o un retorno cíclico a la raíz.

 Aunque se puede producir, una envidia toda capacidad de disfrutar de lo artístico, no existe un mundo de total armonía, porque se busca imágenes sígnicas más concluyentes, nuevos proyectos de sentido. Es decir, debe existir una estimulación sensorial, que cree un estado cualitativo del arte.

     ¿Por qué se sigue adorando las fabulosas obras del impresionismo, o los escritos de los poetas clásicos? Y tantas obras más, que sería largo enumerar y en cambio para el arte contemporáneo existe un status de tolerancia escéptica que en la actualidad nos tiene desconcertados.

     El arte visto desde la seriedad colectiva de la sociedad, el arte moderno digamos, nos parece irrisorio más que irónico, cómo las palas colectivas de Joseph Beuys 1964. O los juegos herméticos qué tantos escritores, especialmente en la poesía, llenos de una lingüística rebuscada en una sintaxis decadente. Por lo tanto, la apatía consumista se ha apropiado del hemisferio sensorial del arte. Seudos poetas, cómo lo expresara Orlando Vergara.

     Cuando a principios del siglo XX, Tristán Tzará y los dadaístas renovaron el arte, lograron desplazar el sentido retiniano, para incorporar el pensamiento al arte y realmente hoy sí que hay que pensar, que es lo que quieren decir algunos artistas y poetas. Esto es repensar el pensamiento. En definitiva creo que las palabras de Marcel Duchamp: “Me obligo a contradecirme para no repetirme”, es un buen punto de vista que no ha sido llevado a cabo en el lenguaje del arte, donde abunda lo reiterativo creando un signo que es semejante al discutido academismo decimonónico, dónde la abstracción ha ocupado su espacio como un nuevo academismo.

Marcel Duchamp: El precursor

                    Cambios en el concepto tradicional del arte

                         (Publicado en Revista “Signo”, 1988 por Samuel Maldonado de la Fuente)




Marcel Duchamp: El precursor

    Siempre amplio e inquieto en la búsqueda de nuevas tendencias, tanto técnicas como artísticas, viéndose involucrado en obras literarias, musicales e incluso en polos totalmente opuestos como las matemáticas, física, etc.  Marcel Duchamp nos muestra un mundo intelectual de vasto campo, ejemplificándolo en grandes obras, como  la modificación de la “Mona Lisa”, la cual mejoró añadiéndole un  bigote y un singular título denominado “Elle a chaud au cul”, que en español significa “Ella tiene el culo caliente”, allí nos muestra el gran legado que este legendario personaje deja hasta el día de hoy, permaneciendo intacto su peculiar toque personal que él pretendía, darle a obras de gran trayectoria artística otro sentido.

    Leyendo pasajes de textos del simbolista marginal Raymond Roussel, del cual extrajo dos grandes elementos del Romanticismo. El primero se basa en la ironía romántica, el cual llevo a cabo en la enmendación dadaísta de la famosa obra de Picasso. El segundo elemento romántico es la naturaleza fragmentaria, provisional y abierta de la obra del artista. Un constante cuestionamiento surgido de sus más recónditos pensamientos hacia los valores, que hasta su entonces, eran supuestamente eternos y fue tal vez, un poco desalentador, pero igualmente esperanzador, indicando que “todas las certezas y sistemas no son más que especulaciones, por no decir un gran fraude”. Señalando siempre que Dios era una utopía humana, sin embargo, decidiendo que más vale creer en algo, ya que era un aliciente para morir de manera más feliz.


  El “valor eterno” con el cual Duchamp designó a la pintura, lo hacía muy sospechoso, de la cual supo sacar provecho durante muchos años de su vida, la cual abandonó junto con la infinidad de su vida artística para así dedicarse de manera exclusiva al ajedrez. Tal vez una máscara para ocultar que durante todo el tiempo se dedicó también a trabajar en su legado por 20 años aproximadamente.

    Trabajó diversos materiales, como en ejemplo, madrea, terciopelo, piedras plexigás, una lámpara de gas y un motor, los cuales hizo relucir en una brillante obra como Enviromment y a su vez en “La cascada”, “El gas de iluminación”.

    Entonces se vio obligado a adoptar una actitud de voyeur, en donde se puede apreciar  la figura en tres cuartos de una mujer desnuda, sin vello púbico, con un quemador de gas sostenido en su mano. Su brazo cubierto por ramas secas. Como complemento imaginario y de trasfondo un paisaje boscoso, con un lago y una cascada.

    La infinidad de técnicas que Duchamp usó para sus obras se encuentran en esta escena que en un principio sorprendentemente naturalista, pero en realidad siempre alusivas a la codificación, así como su erotismo siempre presente, indicando que entre el espectador y la obra de arte debía producirse un coito visual, postulado que fue una mera condición para su gran y final obra, que a pesar de poseer un naturalismo de carácter superficial, se muestra más compleja, ambigua y enigmática que el Gran Cristal.

Concepto, obras y legado artístico.

    Definido por algunos como “anárquico del arte”, ya que iba en contra de todas las tendencias de hasta entonces, haciendo por su parte una constante problemática para aquellos que concebían el arte desde otro punto de vista, fue el creador del ready-made, que consistía en una simple rueda de bicicleta montada sobre un taburete, un Botellero producido en serie, y un urinario titulado “Fuente”, sin duda un proyecto absolutamente intrínseco por parte del “anti-artista”.

    Marcel Duchamp exhibió todas estas obra en un museo declarándolas obras de arte, lo que no implicaba que el aludido dejara de ser un artista, como él lo señalaba.

    No se consideraba un iconoclasta, ya que lo que él atacaba no era el arte, sino el abuso que existía en contra del arte, el cliché, lo retórico, el vaciado de torso sentido provocado por lo patético de lo hipocrítico, y su constante ira que lo llevaba a postular que el arte se convertía cada vez más en un producto de consumo.

    Siempre convencido de resistirse al éxito y a la rápida comercialización, criticaba a los jóvenes, que con 20 años anhelaban una exposición, pensando de manera errónea, desde su punto de vista, que se convertirían en unos verdaderos pintores y culpando a las autoridades de los museos como “marchantes del arte”, todo un crítico aséptico de lo que hasta ese entonces se le denominaba arte.

    A su vez, una crítica de arraigada posición de Duchamp tenía origen en una concepción del arte extraordinariamente ambiciosa, tal vez utópica, y en la comprensión, siempre construida sobre la ironía y el sarcasmo, de su inviabilidad.

    Tal vez lo anteriormente señalado en donde indicaba que entre la obra de arte y el espectador debía existir ese “coito” imaginario en donde ambos elementos entregaban placer, lo cual se ve reflejado en sus obras inconclusas esta fatal creencia.

    Y es así como queda abierta la pregunta para el lector. ¿ la obra de Duchamp durante los 20 últimos años de su vida, fue un gran éxito o un mero fracaso en el intento de satisfacer sus propias y exigentes demandas?
    
Sin duda que Marcel Duchamp fue un precursor del arte en su tiempo que permanece hasta el día de hoy y un inspirador artístico, un rebelde épico para la época.

    No cabe duda que la abstracción en el ámbito artístico fue desplazada por Duchamp, quien lo hizo con el pop-art, el cual renunciaba a la distorsión y a la abstracción introduciendo “obsoletos objetos en el cuadro, el op-art, el arte conceptual, todos discípulos de Duchamp incluyendo la famosa aclaración de Beuys, que decía: “el valor que se concede al silencio de Duchamp es excesivo”, a lo que él rebatía señalando de que el arte debía ser inteligente.

    Un adelantado en su tiempo, siempre un paso delante del resto, comenzando con lo que se conoce como “artes expandidas”, que supera fronteras entre técnicas, enfoque interdisciplinario que desdibuja las distinciones entre pintura, escultura, espacios de diseño artístico y el objeto.

    Sin embargo, lo principal, fue que introdujo un arte con suerte de reflexión, de alusiones no directas, que conllevaba en sí la literatura y la filosofía, parte de un artista inteligente

Dalí ha muerto ¡Viva Dalí!


                            Dalí ha muerto ¡Viva Dalí!

                                            (Escrito de Samuel Maldonado de la Fuente

                                      Publicado en El Mercurio de Valparaíso 24 enero 1989)


    De negro se ha teñido la tela del arte, color poco usado en las creaciones pictóricas. Dalí ha muerto ¡Viva Dalí!

        En España, en su tierra natal de Figueras, donde había nacido un 11 de mayo de 1904, falleció en el día de ayer el genio de la pintura surrealista.

    Tanto como su propia obra inmersa en una gloria comercial, continuó desarrollando, a indiferencia de la muerte misma que se desdoblaba como sus relojes y que se encontraba a la vuelta de la esquina, los últimos atisbos de existencia con extravagancia delirante. Un inventario de su trayectoria radicada en 84 años de vida nos demuestra que logró todo un carnaval de imágenes contrapuestas, chocantes, de un mundo onírico enraizado en un inconsciente maravilloso. Entre los 21 y 26 años, se siente atraído por la pintura metafísica de Chirico y Carrá, así nace una amistad con García Lorca y que éste último escribe así:

“Oh Salvador Dalí de voz aceitunada.
 Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros.
…………….
No mires la clepsidra con alas membranosas
Ni la dura guadaña de las alegorías.

    Sus obras beben espejismos y partículas colorantes como pequeños mundos que se infiltran armoniosamente en la retina y en la mente del vidente. El absurdo se transmuta en realidad patente. Es que Dalí no muyere, resucita en cada esquema de la tela y se torna revelador. Por eso viaja a París en 1928 para conocer a Picasso y a los surrealistas. En el 29 se presenta su primera exposición parisina y conoce a Gala. La misma que entregará su vida al artista y promoverá la figura exuberante de Dalí con vestimentas extrañas y bigotes mefistofélicos. Es la época de la “paranoia crítica”, cuyas teorías rescatan el macrocosmos freudiano. Todo un carrusel de imágenes que atentan a la razón, pero que conllevan un subjetivismo sin sumisión, en armonía con el mundo interior del artista catalán radicado en esa “libertad donde nace lo maravilloso”.

    De allí sustrae los relojes blandos, las hipertrofias corporales, personajes con párpados sostenidos por muletas y las formas maquinales e inexpresivas de las imágenes. Por lo mismo, André Bretón, padre del surrealismo, le increpó como un retrógrado, restándole validez a su obra como atentatoria a la realidad, por lo que su propuesta sistematizaba la confusión existencial.

    Es ahora cuando Dalí se hunde en la existencia de su propia creación para vivir eternamente. Es el incomprendido, cuya presencia inmóvil retoma la agilidad perdida desde la muerte de su Gala amada, para dar a los seres expectantes, un enigma mítico e la vida y la muerte.   

    El arte en general ha sido una eterna búsqueda de los misterios de la existencia, de las interrogantes que subyugan y que conducen al temor frenético frente a la desaparición física. Dalí es historia y vida, es angustia y perspectiva. ¡Viva Dalí! Los efectos de su muerte seguramente serán tan espectaculares como su obra y cuando me refiero a ésta, la enmarco con su vida misma. ¿Serán espectaculares? No lo creo. Nada es más gratificante como haber vivido su circunstancia. Será seguramente una leyenda fláccida y depresiva, martirizada por una magnificencia funcional, ya que no existe. Pero ese refulgente exhibicionismo que se acentuó en 1940, cuando marcha a vivir a New York, no es nada ante la ausencia del pintor catalán: Dalí vivirá por su obra.
Algunos de sus lienzos más importantes son: “La persistencia de la memoria”, “La memoria de la mujer niño”, “El enigma de Guillermo Tell”, “Cráneo atmosférico sodomizado en un piano de cola”, etc…

Surrealismo versus Surrealismo.

    No fue Salvador Dalí el fundador del surrealismo, sino que André Bretón. Aún así, Dalí no tiene equivalentes, por esto conviene atraer la atención sobe la diversidad de estilos o movimientos que lo precedieron o fueron sus contemporáneos. En tanto que siempre existirá alguna proximidad entre las obras que se resiente a ser cercanas en parentesco. 

    Aquí los surrealistas pretendieron a principios el siglo XX, acabar con el academismo para lograr una nueva valoración del arte y por lo mismo condenaron a Dalí, por la comercialización masiva del arte, aún cuando sus lienzos impiden cualquier confusión. Muerto el pintor catalán, nadie podrá dudar de su influencia en el arte contemporáneo, menos su aporte surrealista y quizás sea el último de una generación así extinta.

    Si bien magnificó su gloria personal, nada podrá borrar ese innegable ingenio pictórico que hoy yace en el escenario de sus lienzos. Ya no habrá pánico e indiferencia cínica por su obra, pues Dalí ha muerto. ¡Viva Dalí!.

MAHFUD MASSIS POETA EXILIADO

 

Reviviendo al poeta Mahfúd Massís

EL EXILIO Y MUERTE EN  MAHFUD MASSIS

(1916-1990)

Escribe: Samuel Maldonado de la Fuente

“Entonces espantaos, queridos burgueses: un día el arte no será ya necesario”. 

Mahfúd Massís

                                                                                                                       https://1.bp.blogspot.com/-UpQPBffj0BY/Vrp3TCTg3-I/AAAAAAAAAak/kEtM0E821Ig/s200/FOTO%2BMAHFUD.JPG

Martes 11 de septiembre, 1973. 08:30 horas. Radio Agricultura sorprende a los chilenos con la interpretación del Himno Nacional, luego se da lectura de un bando de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y del director general de Carabineros.  A partir de este acontecimiento, la vida de nuestro autor es trastocada, como el de muchos chilenos que sufrieron, la vejaciones, el dolor, la muerte y el exilio. Mahfúd Massís, en esa época oficia como agregado cultural  en Venezuela, donde es informado de la infausta noticia que pone fin a la democracia en Chile.  Apesadumbrado percibe el fin de las libertades y  democracia en su patria e inmediatamente ha cesado su rol político como representante del gobierno y por tanto no habrá retorno desde Venezuela como su patria adoptiva, a territorio chileno.

 

ORIGEN

La identidad manifiesta y existencial de poeta, se plasma en este poema donde ratifica su esencia arábiga. Hijo de inmigrantes árabes, padre palestino y madre libanesa, su visión se occidentaliza en una multidiscursividad cultural.


“Soy Mahfúd Massís, el Esclavo,
el heresiarca de piel negra,
el loco, el desertor, el papanatas helado bajo la nieve.
Escondo mis dientes de cabro, mi cola de rey babilónico,
mientras camino por la ciudad, junto al angosto río.
Entre lívido aceite, mi vieja sombra atrabiliaria
atraviesa las ciénagas,
ladrando a la majestad lunar
con su obscura casaca de muerto”.

(Fragmento. Poema 3 de Elegía bajo la tierra...)

https://1.bp.blogspot.com/-vzirMsKf3NE/Vrp3XdZXMAI/AAAAAAAAAas/dzNrT7rZgDQ/s320/MAHFUD%2BMASSIS.JPGEl origen, la identidad, la vivencia y finalmente el exilio es determinante en su vida literaria, donde va plasmando pigmentos como en una tela surrealista, de todos estos elementos, Massís es la personificación de los grupos migratorios. Nacido en Iquique en 1916, formado en esta tierra tan especial donde la naturalidad y la exigencia, es parte de la idiosincrasia más voluble de la tierra y donde el lenguaje es sinónimo de la espontaneidad y libertad más concluyente, Mahfúd se estructura entre la aridez del desierto nortino y la de sus ancestros.

    Según el Dr. Halim Barakat, Sociologo árabe, dice: “la creatividad de los poetas árabes en América, surge gracias a a experiencia exotérica y esotérica”. Para el poeta Mahfud Massís, la dosis de su obra radica en su ascendencia y origen paterno, cuya experiencia se ve reflejada en su biterritorialiedad.  El fantasma de su intelectualidad y lenguaje, radica raíz familiar del inmigrante árabe en Chile, para salvar la memoria del origen.

“ Me llamaron

El extranjero,

el que recoge monedas y habla

de un país largo

y perdido”

        Llanto del exiliado (1986).

    Mahfúd Massís, reconociendo a cabalidad su origen, en su primer libro: “Las bestias del duelo” Poesía (1942), asume la decisión de arabizar su primer nombre Antonio Macías por el de Mahfúd para armonizar con el de su apellido. Es evidente que en el hogar de sus primeros pasos, predominó el lenguaje en árabe. Por otra parte, para protegerlo de la xenofobia en Chile (Collier y Sater, “transculturación.. “) predominante a principios del siglo XX, fue bautizado con nombres latinos para no exponerlo a la “turcofobia”. En la literatura de su época estaba expuesto a la exclusión, al exilio y su visibilidad era mal vista por los autores de raigambre nacionalista que casi lo condenaron al olvido.

    En el libro “Las Bestias del Duelo”, poema “Las úlceras”, dice: “soy árabe oscuro y semental aullando de presagios como el macho cabrío”..

En Iquique estudia en el “English College”, posteriormente ejerce como dactilógrafo y taquígrafo bilingüe, en diversas ciudades. Fue colaborador de la Revista Multitud, editada por Pablo de Rokha, esto lo lleva a fundar su propia revista literaria, “Polémica”. En esta revista impone su propio sello, crea un nuevo pensamiento estético, político y cuestionador remeciendo las ideas de su época.

Desde muy joven demostró ciertas inclinaciones, políticas y estéticas, sin dejar de lado su visión crítica del entorno social, manifestando siempre un dejo de ironía afirmativa en su comportamiento frente a las apariencias. “La ironía es un arma poderosa. Con ella, desinfla los globos de la fatuidad y su concomitancia, la tontera grave”, decía. Era hombre de convicciones profundas, pero no fáciles.

SUS VISIONES

Al examinar sus escritos, tanto poéticos como narrativos, puedo casi asegurar que su estética responde a la de Poesía Negra, Novela Negra. Tal vez, sea inclusive uno de los primeros exponentes de este género. Su literatura recuerda a los “Hombres Oscuros” o la “Sangre y la Esperanza” de Nicomedes Guzmán. La poesía Negra y Novela Negra, se asimila en general a la crítica social, a la marginalidad, la impunidad, a la muerte en un escenario donde el poder avasalla y corrompe, y esta corriente lucha por la palabra contra  aspectos de antihumanismo. Massís lo hace con profundidad crítica, con imágenes simbólicas que se entremezclan con el devenir urbano de los habitantes en desgracia, su propia desgracia.

En su trayectoria e intelectual allá por los años 30 al 40, como socialista lucha contra las desigualdades poniendo su estatus de agnóstico contra todo designio religioso y su incidencia en el Estado. Su actitud de crítico apasionado le trajo muchos problemas, aun así, llega a ser director de la SECH y de varias organizaciones de índole arábigas, edita revistas asume su antisemitismo, por la Palestina oprimida. Fue Jefe de las Brigadas de Escritores Socialistas de Chile, fundador y redactor del diario “Puro Chile” y en el Gobierno de Allende, es nombrado Agregado Cultural en la Embajada de Chile en Venezuela, país que lo acogió cuando se decidió por el exilio.

Nos dice la Dra. María Olga Samamé Barrera, U. de Chile,  en su texto sobre Mahfúd Massís: “Los años venezolanos fueron difíciles para él, aun cuando su talento le permitió publicar poesías y ensayos y transmitir crónicas por la Radio Nacional de Venezuela, además de ejercer el cargo de Director de Cultura de la Fundación de Estudios Latinoamericanos Orlando Letelier. También participó en certámenes literarios en Iraq y Canadá. En 1988 volvió a nuestro país para integrar el movimiento artístico “Chile Crea” contra la dictadura del general Pinochet. Abrigaba la esperanza del regreso, pero su salud se deterioró y un ataque cerebral puso fin a su vida, en abril de 1990”.

PRODUCCION LITERARIA

            Toda su creación literaria y estética comprende principalmente Poesía, cuento, teatro y crónica, publicada en libros, diarios y revistas. “Es posible documentar la existencia de dieciséis libros suyos impresos, de los cuales once fueron escritos y publicados en Chile; cinco durante el autoexilio en Venezuela y uno más, póstumamente, en nuestro país”. (segúnMaría Olga Samamé)

 

https://4.bp.blogspot.com/-kJVydvgk6g8/Vrp3a5wcfMI/AAAAAAAAAa0/LmYiq9abGPA/s200/Mahfud_Massis_con_Pablo_de_Rokha.jpg

            Mahfúd Massís es una suerte de rebelde en una sociedad todavía en ciernes de liberarse de las ataduras convencionales de la sociedad, es por eso que se torna agudo, polemista social, firme en sus ideas agnósticas y duro frente a los abusos del poder. En innumerables ocasiones  su trazo narrativo fe defensor de una  estirpe de artistas malditos y denostados por un país que tiende al silencio sepulcral de las clases aristocráticas de la literatura nacional.

 

 

En una narrativa aplica su dureza expresiva:

“Es una gran desgracia que ciertas ideas no puedan reducirse a vulgares hechos de policía, para encerrar a su autor en el panóptico de los delincuentes comunes o arrastrarlo hasta el banquillo, por el delito de genocidio intelectual (…) Maldición bíblica para quien exprime en sus bocas el zumo de la vid envenenada, para el negrero que impulsa la prostitución y la muerte construyendo conventillos o incita al crimen, levantando presidios, en lugar de edificios escolares”.(De Asesinos de la opinión pública)

 

Narraciones  que siempre estuvieron sin tapujos, asentados en la intelectualidad que promulgaba Massís, comprometido hasta la médula, con visión fuerte, crítica y sin concesiones. “Cabe señalar que Massís había empezado a publicar notas sobre literatura desde 1943, en la Revista Multitud de Pablo de Rokha y en otras revistas nacionales y extranjeras; incluso logró editar, con gran esfuerzo, su propia revista, llamada Polémica, entre 1953-1954 y 1963. Ese fue un espacio suyo que le permitió hacer objeto de su particular censura a los críticos literarios, a los poetas, a la Academia Chilena de la Lengua, a los Premios literarios, entre otros.

En el plano literario, surgen los destellos de una fatalidad y desolación en sordina, ya que las imágenes se entremezclan en una avocación atávica con alto sentido trágico, de desaliento, donde irrumpe la muerte como una urgencia inevitable.   Massís optó por iniciar un “viaje por las nocturnas zonas de la muerte”, para materializar aquello de que “la poesía es síntesis donde conviven lo olvidado y lo por resolver”, o tal vez decidió emprender una ‘travesía’ al interior de un  drama existencial oculto. La vida y la muerte conviven en él simultáneamente. Entre sus poemas, podemos descubrir un gran poeta olvidado, aun en el exilio, tal vez desfondado por la élite literario que teme perder un espacio.

 

RONCAN LOS ESPECTROS

Es preciso armarse contra la divinidad.
¡Ay, es preciso!
Los difuntos, con sus vejigas coloradas,
se levantan en la medianoche y roncan.
serán vencidos por los piojos, y dirán al dragón: tú eres el panteonero.
En cada cifra del reloj habrá un ojo de muerto.
Las mujeres parirán pequeños reptiles,
y un conjunto de ánimas silvestres dirá:
bienvenidos
el Creador acaba de morir.

Es preciso armarse contra la divinidad. ¡Es preciso!
Los ruidos subalternos, los vasos de sangre lentamente bebidos,
los fantasmas golpeando mi vientre
como un tambor helado;
los infantes enterrados
en los muros, la respiración parada como un guardia
encima de mi pecho,
todo pone en mi su licor de efervescencia súbita.
De noche yo fraguo una espada,
y un sudor mineral me ciñe el esqueleto,
inyecta su alcanfor en mi alma,
y un hueso señalador recusa la tristeza,
y una filial bandada de lombrices
inicia su vuelo hacia la altura.

                               (Las bestias del Duelo, 1942

 

NOCTURNO DE LA PIPA

 


Bajo este astro podrido del otoño,
como un dios seminal que llora por las mujeres,
fumo mi pipa como un pope rojo,
con aire egipcio de gladiador golpeado en la nuca.

Entre presagios y golondrinas que atraviesan la piel de la cabeza,
echo humo sobre mis obsesiones funerarias,
sobre rostros que olvidé enterrar, gruesos como marsopas,
arrastrando una flor, una peluca verde llena de pájaros,
un hueso de mono olvidado en el bolsillo.

Del fondo del cráneo me arrancan grandes huevos,
ciertas imágenes, un féretro destruido por la lluvia,
gusanos teñidos de azul por el fuego de una ojos,
un párpado seco con que miraba el mundo.

Oigo el grito de un jinete muerto, alguien se arrastra sobre una muleta
¿Quién es? Yo nada escucho.
Sólo fumo este pedazo de cerezo que me va agrietando la jeta,
cubriéndome los dientes, la nariz, como un ídolo amarillo,
y deja en mi boca un olor a caballo, a cuadrilla oscura.
Alguien, con los ojos huecos, me afeita la cabellera

Señora, por favor, no olvide los fósforos.

(Sonatas del Gallo Negro, 1958)

 

La producción literaria de Mahfúd Massís no ostenta gran volumen al contrario de otros escritores nacionales de su época en parte, por su asumida actitud irónica en el campo literario chileno, contrario a las prebendas y a la ostentación, el desarraigo preferido por su autoexilio, lo alejó de los cenáculos de las letras. Luego vino el pesimismo y la nostalgia, cuya distancia creo grandes heridas en su existencia. Casado con  Lukó de Rokha, una destacadísima pintora nacional, le dedica este poema:

“LUKÓ: En este gran drama gregario de la vida,
cuando el espanto deposita en mi corazón su huevo oscuro,
levanto los ojos hacia ti,
como una bestia que busca algo
por encima de su condición, flor extranjera.
En este mundo solitario por el
que andamos, caminas junto a
mi por un favor de los dioses
y te seguirá mi pisada negra,
ineluctablemente, aún más allá del
Gran Pantano”                                             
“Elegía bajo la Tierra” Poemas (1955)

                                                             https://1.bp.blogspot.com/-v6r_jUdMO1Y/Vrp38H4gI4I/AAAAAAAAAa8/jnPLnWmGhP8/s200/ELEGIA%2BBAJO%2BLA%2BTIERRA.JPG

                    

 

Toda su producción, contiene imágenes tristes, fatídicas, de evocación tardía, de símbolos apocalípticos, de nostalgia desenfrenada, de pesimismo, que deja expuesta en su poesía y ensayos. Aun así, Mahfúd Massís, no se asemeja a otro autor, tampoco se le puede asimilar a De Rokha, no son iguales sus propuestas, aunque compartía la lucha de clases.

“En 1953 Massís publica dos libros: Los sueños de Caín y Walt Whitman, el visionario de Long Island. El primero es su único libro de cuentos y, a nuestro juicio, en él se despliega una prosa simbólica y existencialista influida por Rilke, Kafka, Poe. Además, están presentes ahí elementos oníricos alucinantes, junto a escenas de pesadillas, de infierno, de demencia y todo ello envuelto en una atmósfera lúgubre y fatalista. En sus cuentos Massís ha transubstanciado sus visiones internas y ha creado un mundo propio, independiente, de destrucción, que lleva un sello propio”.

El jurista y poeta venezolano, Marco Ramírez Murzi, dice de su poesía, “se levanta ante nosotros como una mano destructora, no es más que una firme actitud reivindicadora de los principios esenciales del ser humano”.  (María Olga Samamé Barrera). Queda claro que fue un poeta trascendente, potente en defensa de los intereses de los más desposeídos, de los débiles, de los avasallados por el poder, eso le angustiaba, tal vez sea la razón que la muerte simboliza la agonizante sociedad en que vivimos.

Mahfúd Massís merece un mejor lugar en nuestra memoria y en el de la literatura nacional, por su aporte vanguardista y social, por su estética renovadora de los valores más esenciales del ser humano. Gran escritor de lucidez crítica en su afilado verbo. 

Según el crítico Fernando Alegría, los poetas más relevantes de esta Generación son: Nicanor Parra, Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas, Jorge Cáceres, Luis Merino Reyes, Antonio de Undurraga, Roque Esteban Scarpa, Oscar Castro, Andrés Sabella, Julio Barrenechea, Alberto Baeza Flores, Mahfud Massís, María Silva Ossa, Carlos René Correa, Milá Oyarzún, María Elena Piwonka, María Cristina Menares, Gustavo Osorio, Eduardo Anguita. Finalmente, cabe mencionar que el escritor Gonzalo Rojas conformó grupos estéticos surgidos de la Generación del 38. Para él, el Grupo Rokhiano -signado con el número 8- “con centro en la Revista Multitud, fundada y dirigida por Pablo de Rokha” estaba integrado, entre otros, por Mahfúd Massís y Julio Tagle

Nos dice María Olga Samamé Barrera “El exilio voluntario de Massís en Venezuela produjo una merma en su labor productiva, debido principalmente a las dificultades que hubo de superar, hasta que logró cierta consolidación y estabilidad familiar. Una de las actividades que realizó para sobrevivir fue hacer un programa escrito y leído por él mismo, llamado El hombre y sus circunstancias en la Radio Nacional de Venezuela. En 1981, parte de esas crónicas se reunieron y se publicaron con el mismo título. En Venezuela alcanzó a publicar dos libros de poesía y una antología: Llanto del exiliado (1986), Este modo de morir (1988) y Antología 1942-1988(1990)”.

Los dos primeros son libros de poesía social y contienen un canto lírico impugnador de la degradación que produce la violencia en el hombre, desde la antigüedad hasta su época; expresan, además, el poder milenario de sus ancestros, que encierra los secretos del ser humano y la necesidad de la justicia y la libertad. En cuanto a la forma, predomina en estos poemas el verso libre y, en menor proporción, el soneto. También hay algunos poemas dispuestos en caligramas.

El aporte de Mahfúd Massís a la literatura chilena, especialmente a su Generación, reside en su actitud y en el  modo de adherir al tema de muerte en su obra poética. Esta contribución se asume como una ruptura de anticipación, respecto de los moldes del decir poético. Como poeta Maldito o poeta negro, Massís convive con su infierno terrenal e interior, donde presenta al hombre y al cosmos en su desolación.

 

La producción chilena de libros es la siguiente: Litoral celeste (1940), poesía; Las bestias del duelo (1942), poesía; Los tres (1944), ensayo; Walt Whitman, el visionario de Long Island (1953), ensayo premiado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECh) y la Municipalidad de Santiago; Los sueños de Caín (1953), cuentos, uno de los cuales obtuvo el Premio Renovación del Ministerio de Educación; Elegía bajo la tierra (1955), poesía; Sonatas del gallo negro (1963), poesía; El libro de los astros apagados (1965), poesía, merecedor del Premio Alerce otorgado por la SECh y el Premio Pedro de Oña otorgado por la Casa de la Cultura de la Municipalidad de Ñuñoa; Testamento sobre la piedra (1971), poesía. Los libros escritos y publicados en Venezuela son: El hombre y sus circunstancias (1981), crónicas; Llanto del exiliado (1986), poesía, premiado en el XII Festival Mundial de la Juventud en Moscú; Este modo de morir (1988), poesía, también distinguido por el Premio Municipal de Literatura “Augusto Padrón”; y Antología (1990). Póstumamente, se dio a conocer en nuestro país Papeles quemados (2001). A los libros enumerados es necesario añadir numerosos artículos poéticos y ensayísticos de variada impronta, publicados en diarios y revistas nacionales y extranjeros.