lunes, 15 de agosto de 2016

NERUDA Y LAS BUCOLICAS VERSAINAS

NERUDA Y EL NARANJAZO 
por Samuel Maldonado de la Fuente

Pablo Neruda se dio tiempo para todo: para viajar, para coleccionar, para amar, para jugar, para hacer política, para departir e incluso para escribir muchas veces más de lo debido.

Casado con Matilde Urrutia, descrita en no pocas oportunidades como una leona a la hora de defender los privilegios de su tenorio, no temió, en tan asentada etapa de su vida conyugal, poner a prueba la integridad de una construcción afectiva que a sus amigos ya parecía monolítica.

Los quebrantos de salud y la situación política del país constituían un nuevo y mayor motivo de tormentos.

En un opúsculo de apenas ochenta páginas, obra de don Juan Ramón Astorga Bamga, antigua cepa de Curicó, aparece en pleno canto a la materia la figura de Pablo Neruda. El volumen se titula “Perfil sinóptico del naranjazo curicano”. Ramón Astorga cuenta cómo se generó el cuadro de la contienda electoral que, con el nombre de “naranjazo”, llegaría en 1964 a sacudir los cimientos de la vida política chilena al destituir bruscamente de opción efectiva en la carrera presidencial de ese año a Julio Durán Neumann, postulante de centroderecha.
En opinión de don Juan Ramón Astorga Barriga, recio paladín del socialismo, el azar se encargó de sacar al país de sus modorras políticas, precipitando a destiempo virajes electorales que, lejos de galvanizar la unidad de la nación, no hicieron sino poner de relieve la flojedad de un lenguaje público adverso a la incoherencia.

Con todo, don Juan Ramón Astorga no se priva de pintar los fragores de la batalla que permitiría a la izquierda allendista elegir diputado por Curicó al médico pediatra Oscar Naranjo Arias y de paso, como por carambola, frustrar las expectativas de triunfo del Frente Democrático (Julio Durán Neumann) en la justa presidencial. Le cupo a Pablo Neruda, participación activa en favor del candidato que había de promover el “naranjazo”. Por ejemplo, en plena campaña pasan por el pueblo de Rosario precisamente a la hora de almuerzo.

El negocio de “Juan y Medio”, situado en el lugar, ofrece verdaderas excelencias en el plano criollo. Pablo Neruda se detiene y considera lícito repetir la frase de Prat: “Ha almorzado la gente? Invita a que lo imiten en su movimiento.

Comienza, ante Juan y Medio o Juan Barrera, el propietario, con proposición de una cazuela de ave; sigue con un trozo de cabrito al horno acompañado de porotos granados; continúa con un pastel de choclos, del cual, y no por falta de apetito, sólo alcanza a servirse la mitad. Finalmente, terminada la limpia faena, como buen matador, extrae de un bolsillo interior una whiskera de plata y apura un sorbo digestivo.

“Para bajar estas exquisiteces bucólicas que bien merecerían un poema”, Explica.  Juan Ramón Astorga’ opta por un trago de vino tinto. En uno de esos días de “ardiente impaciencia” electoral, Neruda y Juan Ramón componen en comandita unas versainas panfletarias. Neruda las olvida. Juan Ramón Astorga las conserva, las reproduce.

Ello lo obliga a tomar contacto con la Fundación Neruda hartos años después para obtener el permiso de publicación.

La gente de la Fundación carece de constancia acerca de la autoría de Neruda. No es necesario conferir permiso. Las versainas escritas en un bar por Neruda y Juan Ramón en 1964 responden a exigencias combativas de línea gruesa:

“Un saco de pecados capitales
recibe Chile de los LIBERALES.
Allende, ha sido largo este dolor /
conservado por el CONSERVADOR.
/ Allende, ya la patria está cansada /
de la miseria RADICALIZADA...”.

‘‘Pablo Neruda se había contagiado con el virus electoral que estaba alcanzando relieves dieciocheros”, reflexiona Juan Ramón Astorga.


Ese año la elección presidencial la perdió Allende, no obstante, el triunfo del doctor Naranjo. El pánico prematuro en las filas del Frente Democrático obliga a posponer las pretensiones de Julio Durán en beneficio de la postulación democratacristiana de Eduardo Frei. A juicio de Juan Ramón Astorga y de su prologuista, Manuel Mandujano Navarro, un drama de equivocaciones. Se confunde la natural victoria de Naranjo con una “debacle” en los cotos de centroderecha. La culpa no es de Naranjo. La culpa es de los que carecen de óptica para apreciar la realidad de la situación. Neruda contribuye en silencio.