El Ojo oculto de los cuentos
“DEPOSITOS EN AFECTIVO”
De
la narradora Chivy Guajardo. Ediciones: La Trastienda.
Escribe:
Samuel Maldonado de la Fuente
Silvia
Guajardo, oriunda de San Fernando, es en verdad la Chivy escritora, que otea el
alma humana desde un rincón de sus profundos ojos pícaros y burlones.
Gesticula, habla, tiene gracia, escucha, pero se mantiene en ese caparazón de
niña traviesa, como si el tiempo no le hiciera mella.
Escucharla,
es sentirse complacido, condicionado, abstraído y por si no bastara poco, fuera
de órbita.
La
conocí, por esas casualidades de la vida, a la salida de una carnicería frente
al mercado. Un señor gritaba relojes, el parquímetro corría detrás de una
camioneta que se escapaba con gamba, a esa hora, el bullicio de las 19 horas en
calle Peña, es una locura. Aun en esas condiciones, fluyó entre nosotros el
mágico esplendor de las letras, hablamos hasta por los codos, alguna peladita
nos pegamos... De su cartera, extrajo un libro y ¡Sorpresa!, me lo regaló.
Pocos escritores tienen ese gesto de hidalguía con los críticos, nos tienen
miedo. Enorme regalo, este libro sorprendente de desencuentros entre la
sensibilidad de la autora y la sociedad en que vive.
La
narradora se encuentra inmersa en el mundo que crea. Posee una abrupta
innovación narrativa, con rasgos esenciales de un nuevo costumbrismo sin
pesimismo trágico, pero sí con una compleja red de ironías finas y de gran
poder moralizador. En un esquema netamente inocente, de picardía, emergen
signos muy claros de nostalgia, angustia y desazón, que combina con optimismo
esperanzador e irónico. La ironía es un arma poderosa, como un alfiler con el
que pretenden desinflar las imágenes de una sociedad fría e impersonal,
mercantilista.
Ella,
usa un gesto de denuncia dirigida contra el antihumanismo de actitudes
pueriles, en un ejercicio de fina ironía y eso es una actitud para destruir, no
necesariamente negativa, depende de lo que se destruya. Y como se dice en el
campo de lo grotesco, para reír con provecho, es necesario ser serio. Su
narrativa apunta a destruir una falsa estructura emergida de la lógica que
atenta contra los valores más esenciales de la vocación humana.
Es
evidente que, en el campo de la narrativa en cuento, no cumple con todas las
normas expuestas, se sale de ellas, las recrea, las tonifica, aunque a veces se
torna ambigua y excluyente. Ya hoy día, ninguno de los promisorios escritores
casi entiende de su rol, ni de la materia que tienen ante sus ojos, sólo juegan
a ser escritores y a veces aciertan. La literatura actual es poco profunda y
clara, producen una ruptura de géneros con tal naturalidad, que transforman en
verdaderos dogmas. Este microbio virgen penetra con insistencia en todos los
espacios de la razón y las palabras.
El
estilo de la obra se aleja de los métodos tradicionales del cuento y que no
escandaliza a nadie. Me recuerda las “Relasía” creadas en la década del 80, que
no eran otra cosa que “relatos fantasías” o “relatos poesía”, sin el marco
regulador de los géneros literarios.
Chivy Guajardo pretende domesticar
el rígido y severo actuar humano, re-descubriéndolo, humanizándolo, y
entregándole un gesto mágico frente a la cosificación del hombre llevándolo a
su justa posición. La veo en la veta humorística de Mark Twain, pero con la
soltura narrativa de estos tiempos, sin restricciones lingüísticas. Tiene
varios cuentos llenos de picardía e imaginación, donde se ríe de las
circunstancias, disfrutando de los acontecimientos diarios desde la lupa de su
oficina. Ella es personaje principal en cada narrativa, como en el cuento,
“Carnet”, donde mantiene el suspenso por un encuentro inesperado pero sugerido
por el teléfono, con un posible pretendiente al que sólo conoce de vista y el,
solo de oídas, por el teléfono. El encuentro, es el desenlace de la cruda
realidad frente a las idealizaciones, cuando le pide el carnet. Aunque tiene
algunos insertos que no cuadran en el esquema de los cuentos y menos del libro,
cuentos como “Honores al Gerente”, “La cazuela, la medalla y el nombre”,
“Chimpilo”, y otros muy interesantes, conforman la creación de esta narradora
en potencia, a la que hay que tener respeto para no cruzarse en sus líneas.
Es
un libro lleno de acontecimiento positivistas, verificables a diario en
nuestras propias vidas, y de alto poder sensitivo. Estos escritos a
hurtadillas, detrás de un escritorio tienen el gran sabor de la realidad total,
la de oficinas, empleados a sueldo, pero de gran goce estético y de evasión a
la vez de las realidades más traumáticas.
Un
libro que se debe leer, porque tiene sabor, profundidad y en tanto
credibilidad. Es algo fresco, nuevo, sin lenguajes rebuscados, transparente,
cuyos hechos narrados son una mera coincidencia con personajes y la realidad
que usted vive.
Silvia (Chivy) Guajardo, 1948, escritora.
Columnista de diarios y revistas en San
Fernando, Osorno y Curicó, Primer Premio en el concurso nacional de cuentos
Bancoestado, 1985. Segundo premio en el concurso nacional de cuentos “Mesa
Seco”, 1997. Mención honrosa en Santiago en 100 palabras con
el cuento “Y Paró”. Su libro humorístico “Depósitos en Afectivo” publicado en
2000 ha agotado dos ediciones. Es miembro del directorio de Letras de Chile.
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