CIEN AÑOS DE AUGUSTO SANTELICES
(1907 – 1980) Vichuquén.
Escribe: Samuel Maldonado de la Fuente
“Cuando no puedas amansar la pena
Cuando la púa del dolor te crispe,
Ven a la cima donde nace el viento
Pampo Francisco …”
Augusto Santelices componen sus versos de dolor y drama humano, desde la tierra agreste y solitaria, como si su entorno fuera una gran casa de adobe con sus huertos de seres abandonados, pero recogidos por la palabra en la naturaleza propia y social.
El poeta Augusto Santelices nació en Vichuquén el 14 de Septiembre de 1907 y falleció el 1º de Mayo de 1980 a la edad de 73 años. En el cementerio de Licantén, yacen sus restos mortales, lugar al que se accede con dificultad por un sendero polvoriento y asoleado allí, una humilde lápida de mármol derruido, menciona el nombre del poeta y del hijo perdido a temprana edad. La soledad del lugar, el silencio misterioso y los escasos visitantes, dan a ese pequeño lugar un real sentido poético.
POETA Y JUEZ
Augusto Santelices, fue Abogado, Notario y Conservador de Bienes Raíces y finalmente jubiló como Juez de Letras del Departamento de Licantén.
Muchas son las anécdotas que se cuenta en su calidad de Juez, se dice que, en más de una oportunidad envió sus escritos judiciales en verso, esto le causaba mucha risa dada su fina ironía poética.
Llegó a Santiago en épocas convulsionadas de efervescencia política. Cuando el “León de Tarapacá”, Arturo Alessandri gestaba su candidatura, entre las revueltas de la federación de Estudiantes de esos años, tenía entonces 12 años y del Liceo de Talca llegaba al Valentín Letelier de Santiago, donde traba sus primeros contactos con Mariano Latorre.
En 1925 ingresa a estudiar Derecho en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile. En 1926 ya empieza a escribir, con el ensayo “El Imperialismo yanqui y su influencia en Chile”, posteriormente se transforma en asiduo colaborador de los diarios “El Mercurio”, “Ultimas Noticias” y en las revistas “Zig-Zag” y “Letras” de Santiago.
En 1929, recién aparece con el libro “El agua en sombra”, participando con una poesía de nuevos tiempos, es el advenimiento de algo nuevo y distinto. Así nace el movimiento Runrúnista, fechado en abril de 1928, cuyos creadores califican de “inútil”.
Fue Regidor por Licantén y más tarde Alcalde por dos periodos. En 1976 es declarado Hijo Ilustre de Vichuquén. Por esos años, ingresa a la Masonería Curicana, donde llega al grado de Maestro.
EL POETA Y SU MUNDO
“Un Hijo es como un Río”, se llamará su ultimo libro impreso en 1970, con ilustraciones de Pedro Olmos. Bajo el sello de ediciones Ancoa. Gran aprecio sentía por los poetas e intelectuales linarenses, como Pedro Olmos, Emma Jauch, Manuel Francisco Mesa Seco y Samuel Maldonado Silva. Las visitas aumentaron entre el Funda santa Amelia y la Villa de San Ambrosio de Linares.
Santelices posee su propia aldea costina, donde la memoria se detienen en el tiempo, llamase Licantén, Vichuquén, Lora; La vocación social la comparte como líneas de pan, de amor, líneas de fe, nostalgia de un pasado que cabalga sus versos. Las cadencias de esta poesía, deambulan entre los cerros, las nubes, la luna, los puquíos y los personajes del pueblo, que emergen con magia a través del recuerdo.
Su voz trae nostalgia desenfrenada, es el Buscarril a la costa que serpentea en sus versos, el río que amanece en velo, la vivencias de un pueblo construido en el agua, los cerros con su elegía de brumas, los hombres estampando su espíritu al atardecer, hay silencio en sus caseríos, es Licantén o la tierra de nunca jamás.
La intensidad poética radica en la naturaleza de sus personajes, el universalismo rural; el pueblo como una estampa de soledad es el arte que rescata el sentimiento y el alma de lo que siempre añoraremos.
En el desaparecido Teatro nacional de Santiago, joven y universitario, Santelices sorprende con su nueva obra y que más tarde Neruda lee en muchos salones a los que asiste y se transforma en el impacto poético de la época es el “Oda a la Botella”:
“¡Oh, Señora! ¡Oh, Botella!
Del corazón ardido de soles y de estrellas,
Hada maravillosa, diosa de la alegría,
A tu influjo se trueca la noche por el día,
Se muda el oro en cobre,
Se vuelve el pobre rico y el rico queda pobre!
……………………………
Donde admiten los bancos
Depósitos en tinto, sobregiros en blanco,
Donde soy tesorero de un pueblo peregrino
En donde los impuestos se cancelan en vinos
Y donde el jardinero, sólo por darse tono,
..........................................!
Una soleada tarde de Otoño, por un sendero polvoriento que conducía hasta una colina donde está el cementerio de Licantén, el féretro invadió el silencio y el olvido. Aun se escucha su voz tronando en el aire costino a la espera de cumplirse 100 años de su nacimiento este año 2007 aunque han paso largos 27 años de su desaparición, un día primero de Mayo.
Algunos versos se su obra fundamental nos quedan repicando al oído.
“Eras por fin el hombre y eras rubio,
Erguido como una canción que va a quebrarse……………….
Un hijo es como un árbol plantado en nuestro pecho.
Pero ya no será, ya no tendré relevo,
¿Qué torva bestia decoloró tu sangre
Tronchó tu clara espiga, quebró tu cien de cuarzo?
Un hijo es una herida que no cerrará nunca…..
Augusto Santelices posee una nostalgia del origen, de la media luz o de la semi sombra o un espacio de vida cotidiana: la plaza, el toque de campana que anuncia los trenes, la charla de invierno junto a los rescoldos, las carretas cargadas de trigo, los amigos, el vino. No es el espacio del mito, sino el de la nostalgia de lo que ya no existe, o está oxidado o en miras de hacerlo. ¿Cómo reconstituir la aldea lárica en ruinas? Haciendo contacto con los pájaros, los caballos, el viento, el bosque, la sombra y la luz del sur. Esto es cogiendo el territorio que me circunda.
Gran tarea es la de rescatar esa esencia, suprimir la violencia, fortalecer la palabra apaciguadora, reencontrarnos con los valores primordiales y establecer un nexo entre memoria y realidad.
(1907 – 1980) Vichuquén.
Escribe: Samuel Maldonado de la Fuente
“Cuando no puedas amansar la pena
Cuando la púa del dolor te crispe,
Ven a la cima donde nace el viento
Pampo Francisco …”
Augusto Santelices componen sus versos de dolor y drama humano, desde la tierra agreste y solitaria, como si su entorno fuera una gran casa de adobe con sus huertos de seres abandonados, pero recogidos por la palabra en la naturaleza propia y social.
El poeta Augusto Santelices nació en Vichuquén el 14 de Septiembre de 1907 y falleció el 1º de Mayo de 1980 a la edad de 73 años. En el cementerio de Licantén, yacen sus restos mortales, lugar al que se accede con dificultad por un sendero polvoriento y asoleado allí, una humilde lápida de mármol derruido, menciona el nombre del poeta y del hijo perdido a temprana edad. La soledad del lugar, el silencio misterioso y los escasos visitantes, dan a ese pequeño lugar un real sentido poético.
POETA Y JUEZ
Augusto Santelices, fue Abogado, Notario y Conservador de Bienes Raíces y finalmente jubiló como Juez de Letras del Departamento de Licantén.
Muchas son las anécdotas que se cuenta en su calidad de Juez, se dice que, en más de una oportunidad envió sus escritos judiciales en verso, esto le causaba mucha risa dada su fina ironía poética.
Llegó a Santiago en épocas convulsionadas de efervescencia política. Cuando el “León de Tarapacá”, Arturo Alessandri gestaba su candidatura, entre las revueltas de la federación de Estudiantes de esos años, tenía entonces 12 años y del Liceo de Talca llegaba al Valentín Letelier de Santiago, donde traba sus primeros contactos con Mariano Latorre.
En 1925 ingresa a estudiar Derecho en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile. En 1926 ya empieza a escribir, con el ensayo “El Imperialismo yanqui y su influencia en Chile”, posteriormente se transforma en asiduo colaborador de los diarios “El Mercurio”, “Ultimas Noticias” y en las revistas “Zig-Zag” y “Letras” de Santiago.
En 1929, recién aparece con el libro “El agua en sombra”, participando con una poesía de nuevos tiempos, es el advenimiento de algo nuevo y distinto. Así nace el movimiento Runrúnista, fechado en abril de 1928, cuyos creadores califican de “inútil”.
Fue Regidor por Licantén y más tarde Alcalde por dos periodos. En 1976 es declarado Hijo Ilustre de Vichuquén. Por esos años, ingresa a la Masonería Curicana, donde llega al grado de Maestro.
EL POETA Y SU MUNDO
“Un Hijo es como un Río”, se llamará su ultimo libro impreso en 1970, con ilustraciones de Pedro Olmos. Bajo el sello de ediciones Ancoa. Gran aprecio sentía por los poetas e intelectuales linarenses, como Pedro Olmos, Emma Jauch, Manuel Francisco Mesa Seco y Samuel Maldonado Silva. Las visitas aumentaron entre el Funda santa Amelia y la Villa de San Ambrosio de Linares.
Santelices posee su propia aldea costina, donde la memoria se detienen en el tiempo, llamase Licantén, Vichuquén, Lora; La vocación social la comparte como líneas de pan, de amor, líneas de fe, nostalgia de un pasado que cabalga sus versos. Las cadencias de esta poesía, deambulan entre los cerros, las nubes, la luna, los puquíos y los personajes del pueblo, que emergen con magia a través del recuerdo.
Su voz trae nostalgia desenfrenada, es el Buscarril a la costa que serpentea en sus versos, el río que amanece en velo, la vivencias de un pueblo construido en el agua, los cerros con su elegía de brumas, los hombres estampando su espíritu al atardecer, hay silencio en sus caseríos, es Licantén o la tierra de nunca jamás.
La intensidad poética radica en la naturaleza de sus personajes, el universalismo rural; el pueblo como una estampa de soledad es el arte que rescata el sentimiento y el alma de lo que siempre añoraremos.
En el desaparecido Teatro nacional de Santiago, joven y universitario, Santelices sorprende con su nueva obra y que más tarde Neruda lee en muchos salones a los que asiste y se transforma en el impacto poético de la época es el “Oda a la Botella”:
“¡Oh, Señora! ¡Oh, Botella!
Del corazón ardido de soles y de estrellas,
Hada maravillosa, diosa de la alegría,
A tu influjo se trueca la noche por el día,
Se muda el oro en cobre,
Se vuelve el pobre rico y el rico queda pobre!
……………………………
Donde admiten los bancos
Depósitos en tinto, sobregiros en blanco,
Donde soy tesorero de un pueblo peregrino
En donde los impuestos se cancelan en vinos
Y donde el jardinero, sólo por darse tono,
..........................................!
Una soleada tarde de Otoño, por un sendero polvoriento que conducía hasta una colina donde está el cementerio de Licantén, el féretro invadió el silencio y el olvido. Aun se escucha su voz tronando en el aire costino a la espera de cumplirse 100 años de su nacimiento este año 2007 aunque han paso largos 27 años de su desaparición, un día primero de Mayo.
Algunos versos se su obra fundamental nos quedan repicando al oído.
“Eras por fin el hombre y eras rubio,
Erguido como una canción que va a quebrarse……………….
Un hijo es como un árbol plantado en nuestro pecho.
Pero ya no será, ya no tendré relevo,
¿Qué torva bestia decoloró tu sangre
Tronchó tu clara espiga, quebró tu cien de cuarzo?
Un hijo es una herida que no cerrará nunca…..
Augusto Santelices posee una nostalgia del origen, de la media luz o de la semi sombra o un espacio de vida cotidiana: la plaza, el toque de campana que anuncia los trenes, la charla de invierno junto a los rescoldos, las carretas cargadas de trigo, los amigos, el vino. No es el espacio del mito, sino el de la nostalgia de lo que ya no existe, o está oxidado o en miras de hacerlo. ¿Cómo reconstituir la aldea lárica en ruinas? Haciendo contacto con los pájaros, los caballos, el viento, el bosque, la sombra y la luz del sur. Esto es cogiendo el territorio que me circunda.
Gran tarea es la de rescatar esa esencia, suprimir la violencia, fortalecer la palabra apaciguadora, reencontrarnos con los valores primordiales y establecer un nexo entre memoria y realidad.
1 comentario:
Un fiel retrato de Don Augusto Santelices.
La lectura de este texto, emocionante para mí por la cercanía que siempre vi entre Dn. Augusto y mis padres, me invita a realizar acciones tendientes a que su obra, la que siempre admiré, sea más conocida en Licantén.
Sus libros ¿dónde se pueden encontrar? ¿Editorial o biblioteca virtual? Éstos estaban en casa de mis padres; el Mataquito se los llevó en una de sus crecidas.
Atte.
María Elena Olguín Muñoz
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