Daniel
Barros Grez
(Vichuquén,
1834-1904)
Representa
uno de los primeros poetas propios de esta zona, aunque fue también cuentista,
novelista y dramaturgo, cuya obra la desarrolló fuera de estas tierras.
La
extensión de su obra está radicada en la narrativa, donde le dedica
profundidad. Como poeta, fue satírico y
anticlerical, el poema burlesco “Historia de un polizón” (1889) es el más
conocido. Su obra poética se encuentra
dispersa en revistas y diarios.
Nació en Vichuquén, hijo de don
Manuel Barros y doña Concepción Grez Gorigotía. La familia de su padre, poseía
extensas propiedades en el departamento de Vichuquén, al poniente de los cerros
de Caune, siendo las principales haciendas Catemi, Patacón y Ranguilí. Esta
última es donde nació el escritor en 1834, nos dice el Padre Pavez, en su obra
“Desarrollo Intelectual de Curicó”.
Sus
estudios humanísticos los realizó en el Instituto Nacional de Santiago y más
tarde en la Universidad de Chile, además llegó a ser arquitecto, escritor, matemático,
profesor universitario, arqueólogo e historiador. En su tierra natal fue constructor
del Banco de Curicó, un edificio de grandes proporciones al estilo veneciano,
que se encuentra grabado en el billete de veinte pesos impreso en esta ciudad.
Diseñó y construyó edificios y naves de la Iglesia El Carmen.
Escribió obras de teatro donde revela cómo era la política de
su época, sobre todo la vivida por su padre, relatando la crueldad de los
hechos con el desfile macabro sobre su cadáver.
De sus escritos, Benjamín Vicuña Mackenna los expone a la luz
pública.
“Escritor de asombrosa facilidad, abre un abanico de variadas
manifestaciones literarias. Hombre ingenioso y hasta satírico y crítico mordaz,
asimilaba los diferentes estilos, recreándolos y refrescándolos con sus
modificaciones propias. Es indiscutiblemente uno de los más destacados
escritores de todos los tiempos en la literatura nacional”.
ASESINATO
DE DON MANUEL BARROS
EN
MANOS DEL DESPOTA JOSE ANTONIO IRISARRI
El 7 de abril de 1837, en un acto despótico, el Intendente José Antonio Irisarri, fusila a destacados personajes en la Plaza de Armas de la ciudad,
entre ellos se encontraba el padre del Daniel Barros Grez. Los cuerpos son
masacrados por las tropas, que, a la orden de Irisarri, pasan por encima de los
desafortunados. Con amargura y rabia, que perdura toda su vida, con tan sólo
tres años, debe huir junto a su madre hacia la vecina ciudad de Talca, en pleno
gobierno de Portales.
La
tragedia del poeta y escritor Daniel Barros Grez, tras el asesinato de su
padre, proviene de 1833, cuando arribó a la zona don Antonio José de Irisarri,
para establecerse en esta tierra, después de haber comprado ante el Notario de
Santiago don Francisco Silva, la “Hacienda de Comalle” entre las localidades de
Rauco y Teno, cercana a la ciudad de Curicó. “Era una hermosa finca, asegura
René León Echaiz en su “Historia de Curicó”, con fértiles tierras a orillas de
un estero cantarino y rodeado de cerros de naturaleza virgen”.
José de Irisarri
había nacido en Guatemala en 1786, fue un exitoso hombre de negocios, hábil
político y heredero de una cuantiosa fortuna familiar. Recibió esmerada
educación y en 1809 llegó a Chile.
En
1835, es nombrado Gobernador de Curicó y en 1836, Intendente de Colchagua. Esto
indujo a Irisarri a verse mezclado en las actividades públicas de nuestro país.
Una vez en el poder, trató de imponer orden y disciplina, primero como
Subdelegado en la localidad de Comalle y posteriormente en toda la provincia.
Se
radicó en Curicó, donde impuso un gobierno de verdadero despotismo, con
servicios de espionaje que le tenían al corriente de las opiniones de los
vecinos. Con simples acusaciones, por conversaciones de los vecinos, persiguió
y vejó a respetables personajes de la comunidad. Entre ellos a don Lucas Grez,
doña Leonor Baeza, don Manuel Arriagada, don José Ignacio Ruiz, don Manuel
Merino; persiguiendo también a clérigos de la época.
El historiador René León Echaiz narra que un 7
de abril, en una sentencia injusta “ante un público ansioso y consternado,
fueron fusilados ante la mirada impávida de Antonio José de Irisarri, en plena
Plaza de Armas de la ciudad, los distinguidos caballeros don Manuel Arriagada,
Faustino Valenzuela y al padre de poeta y escritor Daniel Barros Grez, don
Manuel Barros. Cuando los cadáveres quedaron tendidos, dio orden a sus tropas
para desfilar sobre los cadáveres, destrozándolos en medio de la sorpresa y
estupor de los ciudadanos”.
El
Pequeño Daniel Barros debió huir con su madre a Talca, donde se refugió y
posteriormente se dirige a Santiago.
PROCESO
EN VERSO.
En
medio de un clima tan oscuro en tiempos de Irisarri, nos narra el historiador
René León Echaiz,” no todo parecía ser adusto y triste”. Eran raros los
desórdenes callejeros y expansiones populares; pero una noche se armó una
reyerta fenomenal en una chingana de mala reputación, en la que participaron
hombres y mujeres. Ante los gritos, una
patrulla de la policía detuvo al vecino don Agustín de Ribera.
Al
día siguiente en la cárcel, Ribera medita amargamente su situación. Ya aún en
estado de efervescencia aconsejado por unos amigos, concibe la genial idea, de
“presentar un escrito en verso” pidiendo su libertad. Don Manuel Olmedo, que
tiene fama de versificador, toma pluma y sobre un cajón del corredor de la
cárcel redacta el libelo. Los versos emergen entre las risas de sus amigos y
hacen llegar el escrito al juzgado.
El
Juez es don Manuel Merino, que reemplaza al titular don José Ignacio Ruiz. Ante
la sorpresa del Juez, contempla el libelo en verso y no sabe si reír o ponerse
serio. Estos dicen así:
“Al señor Juez de
Primera Instancia:
Don Agustín de
Ribera
Capturado en la
cárcel por rameras,
Y sin haber en su
contra algún testigo
Como más haya lugar
US. Digo:
Que ya mi confesión
según derecho
He dado y ha quedado
falso el hecho
Y como no hay delito
Ni trámite ha lugar,
ni a requisito
no mereciendo más
secuela el juicio,
corresponde al
Juzgado por su oficio
en libertad echarme
para tantos
perjuicios evitarme.
Dije en mi confesión
Cual fue el motivo
de mi prisión
Y si US. Ya está
instruido
Que sólo mis deberes
he cumplido
Al evitar de una
familia la ruina
Causada por su torpe
concubina
¿Cómo no se convence
ser muy justo,
señor, se me dispense?
¿Un padre de
familia, pues, qué haría
en la situación mía?
Buscar su hijo
perdido y defenderse
Si es acometido
Por los de aquella
casa
Donde la perdición
sucede y pasa
Y si fuere a deshora
No encontrándose un
juez ¿a quién se implora?
Tomar los
delincuentes
Y éstos son de la
ley medios prudentes
Y marchar donde el
juez.
¿Qué otra cosa he
hecho, señor Juez?
Yo a las mujeres
traje
Porque trataron de
causarme ultraje
Y sin meter gran
bulla
Al jefe lo hice ver
de la patrulla
De donde resultó que
nos marchamos
Y en mi casa
durmiendo y cenaron
Y aún más temprano
cantaron
En testimonio del
placer que hallaron
Y alegres y
contentas
Quedando canceladas
de todas cuentas
Fuéronse al otro día
Sin queja de ellas y
sin culpa mía.
¿De dónde, pues,
señor, ha resultado
habérseme encausado?
¿No es esto una
injusticia?
¿No es obra que
parece de malicia?
En fin, crimen no
veo
Para que se me trate
como reo.
Por tanto, US.
Suplico
Que por esto y demás
que no publico
para salvar la
inocencia
en mi favor se dicte
sentencia,
declarándose
absuelto
y que de esta
prisión que yo suelto,
o que sin un espacio
dilatado
mi causa sea puesta
en el estado,
de que a mí derecho
justo alegue.
Hago a US.
Responsable.
Por los perjuicios
que siendo dable
Continuar con esta
causa
Se me irrogue por
seguirla a pausa.
Pido entera
justicia,
Juro que no procedo
de malicia.
Las costas pido de
veras
Etcétera, Agustín de
Ribera.
Demora
algunos instantes el escrito en el despacho del Juez; pero por fin el escribano
Juan Baltazar Olmedo, sale ceremoniosamente con la providencia dictada. Con
seria y serena actitud se dirige al reo en la cárcel para leerle lo que el Juez
ha ordenado. Es inaudito, increíble.
¡El Juez también ha proveído en verso!
“Ya está
nombrado el Fiscal
y es don
Antonio Vidal.
Sufrir y
aguantar la mecha
Proveo
con esta fecha”
“Merino, el Juez.”
Este
caso fortuitamente llegó a manos de Irisarri, quien preso de la indignación
inició un sumario, castigando severamente y destituyendo a los involucrados.
OBRA
1. “La beata”
(1859) Comedia.
2. “Fábulas
Originales” (1862)
3. “Mundo, Demonio
y Carne” (1886) Diálogo.
4. “Cuentos para
Niños Grandes” (1868)
5. “El Tejedor o
la Batalla de Maipú” (1873) Teatro.
6. “Pipiolos y
Pelucones” (1876) Folletín Político.
7. “Observaciones
sobre el Verbo Hacer” (1877)
8. “Excepciones de
la Naturaleza” (1879).
9. “Cada Oveja con su Pareja” (1879) Teatro.
10. “El Testarudo”
(1879) Teatro.
11. “Ir por Lana”
(1880) Teatro.
12. “El Tutor y su
Pupila” (1880).
13. “Como en
Santiago” (1881) Teatro.
14. “La Colegiala”
(1881) Teatro.
15. “El Huérfano”
(1881) Folletín 6 Tomos.
16. “El casi
Casamiento” (1881) Teatro.
17. “La Dictadura de
O’Higgins” (s/fecha)
18. “Artículos de
Costumbre” (s/fecha).
19. “La Abdicación
de O’Higgins” (s/fecha).
20. “El Avaro”
(s/fecha) Teatro.
21. “Retratos
Morales” (s/fecha).
22. “La Cueca”
(s/fecha) Teatro.
23. “La Vocación”
(s/fecha) Teatro.
24. “El General
O’Higgins y el Cabildo de Santiago” (s/fecha).
25. “El Vividor”
(1885) teatro.
26. “El Ensayo de la
Comedia” (1889) Teatro.
27. “Historia de un
Polizón” (1889) Poema.
28. “La Academia
Político-Literaria” (1890) Folletín.
29. “El Logrero”
(1890) Teatro.
30. “Las Aventuras
de Cuatro Remos” (1890) Folletín 8 tomos.
31. “El Poeta y la
Ninfa Eco” (1900) Teatro.
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