miércoles, 7 de junio de 2017

DANIEL BARROS GREZ, UN ILUMINADO EN EL TIEMPO

Daniel Barros Grez
(Vichuquén, 1834-1904)  

Representa uno de los primeros poetas propios de esta zona, aunque fue también cuentista, novelista y dramaturgo, cuya obra la desarrolló fuera de estas tierras.

La extensión de su obra está radicada en la narrativa, donde le dedica profundidad.  Como poeta, fue satírico y anticlerical, el poema burlesco “Historia de un polizón” (1889) es el más conocido.  Su obra poética se encuentra dispersa en revistas y diarios.

              Nació en Vichuquén, hijo de don Manuel Barros y doña Concepción Grez Gorigotía. La familia de su padre, poseía extensas propiedades en el departamento de Vichuquén, al poniente de los cerros de Caune, siendo las principales haciendas Catemi, Patacón y Ranguilí. Esta última es donde nació el escritor en 1834, nos dice el Padre Pavez, en su obra “Desarrollo Intelectual de Curicó”.

               Sus estudios humanísticos los realizó en el Instituto Nacional de Santiago y más tarde en la Universidad de Chile, además llegó a ser arquitecto, escritor, matemático, profesor universitario, arqueólogo e historiador. En su tierra natal fue constructor del Banco de Curicó, un edificio de grandes proporciones al estilo veneciano, que se encuentra grabado en el billete de veinte pesos impreso en esta ciudad. Diseñó y construyó edificios y naves de la Iglesia El Carmen.

Escribió obras de teatro donde revela cómo era la política de su época, sobre todo la vivida por su padre, relatando la crueldad de los hechos con el desfile macabro sobre su cadáver.
       
De sus escritos, Benjamín Vicuña Mackenna los expone a la luz pública.
“Escritor de asombrosa facilidad, abre un abanico de variadas manifestaciones literarias. Hombre ingenioso y hasta satírico y crítico mordaz, asimilaba los diferentes estilos, recreándolos y refrescándolos con sus modificaciones propias. Es indiscutiblemente uno de los más destacados escritores de todos los tiempos en la literatura nacional”.

ASESINATO DE DON MANUEL BARROS
EN MANOS DEL DESPOTA JOSE ANTONIO IRISARRI

                         El 7 de abril de 1837, en un acto despótico, el Intendente José Antonio Irisarri, fusila a destacados personajes en la Plaza de Armas de la ciudad, entre ellos se encontraba el padre del Daniel Barros Grez. Los cuerpos son masacrados por las tropas, que, a la orden de Irisarri, pasan por encima de los desafortunados. Con amargura y rabia, que perdura toda su vida, con tan sólo tres años, debe huir junto a su madre hacia la vecina ciudad de Talca, en pleno gobierno de Portales.


La tragedia del poeta y escritor Daniel Barros Grez, tras el asesinato de su padre, proviene de 1833, cuando arribó a la zona don Antonio José de Irisarri, para establecerse en esta tierra, después de haber comprado ante el Notario de Santiago don Francisco Silva, la “Hacienda de Comalle” entre las localidades de Rauco y Teno, cercana a la ciudad de Curicó. “Era una hermosa finca, asegura René León Echaiz en su “Historia de Curicó”, con fértiles tierras a orillas de un estero cantarino y rodeado de cerros de naturaleza virgen”.
José de Irisarri había nacido en Guatemala en 1786, fue un exitoso hombre de negocios, hábil político y heredero de una cuantiosa fortuna familiar. Recibió esmerada educación y en 1809 llegó a Chile.

En 1835, es nombrado Gobernador de Curicó y en 1836, Intendente de Colchagua. Esto indujo a Irisarri a verse mezclado en las actividades públicas de nuestro país. Una vez en el poder, trató de imponer orden y disciplina, primero como Subdelegado en la localidad de Comalle y posteriormente en toda la provincia.

Se radicó en Curicó, donde impuso un gobierno de verdadero despotismo, con servicios de espionaje que le tenían al corriente de las opiniones de los vecinos. Con simples acusaciones, por conversaciones de los vecinos, persiguió y vejó a respetables personajes de la comunidad. Entre ellos a don Lucas Grez, doña Leonor Baeza, don Manuel Arriagada, don José Ignacio Ruiz, don Manuel Merino; persiguiendo también a clérigos de la época.

 El historiador René León Echaiz narra que un 7 de abril, en una sentencia injusta “ante un público ansioso y consternado, fueron fusilados ante la mirada impávida de Antonio José de Irisarri, en plena Plaza de Armas de la ciudad, los distinguidos caballeros don Manuel Arriagada, Faustino Valenzuela y al padre de poeta y escritor Daniel Barros Grez, don Manuel Barros. Cuando los cadáveres quedaron tendidos, dio orden a sus tropas para desfilar sobre los cadáveres, destrozándolos en medio de la sorpresa y estupor de los ciudadanos”.
El Pequeño Daniel Barros debió huir con su madre a Talca, donde se refugió y posteriormente se dirige a Santiago.

PROCESO EN VERSO.      

En medio de un clima tan oscuro en tiempos de Irisarri, nos narra el historiador René León Echaiz,” no todo parecía ser adusto y triste”. Eran raros los desórdenes callejeros y expansiones populares; pero una noche se armó una reyerta fenomenal en una chingana de mala reputación, en la que participaron hombres y mujeres.  Ante los gritos, una patrulla de la policía detuvo al vecino don Agustín de Ribera.

Al día siguiente en la cárcel, Ribera medita amargamente su situación. Ya aún en estado de efervescencia aconsejado por unos amigos, concibe la genial idea, de “presentar un escrito en verso” pidiendo su libertad. Don Manuel Olmedo, que tiene fama de versificador, toma pluma y sobre un cajón del corredor de la cárcel redacta el libelo. Los versos emergen entre las risas de sus amigos y hacen llegar el escrito al juzgado.

El Juez es don Manuel Merino, que reemplaza al titular don José Ignacio Ruiz. Ante la sorpresa del Juez, contempla el libelo en verso y no sabe si reír o ponerse serio. Estos dicen así:



“Al señor Juez de Primera Instancia:
Don Agustín de Ribera
Capturado en la cárcel por rameras,
Y sin haber en su contra algún testigo
Como más haya lugar US. Digo:
Que ya mi confesión según derecho
He dado y ha quedado falso el hecho
Y como no hay delito
Ni trámite ha lugar, ni a requisito
no mereciendo más secuela el juicio,
corresponde al Juzgado por su oficio
en libertad echarme
para tantos perjuicios evitarme.
Dije en mi confesión
Cual fue el motivo de mi prisión
Y si US. Ya está instruido
Que sólo mis deberes he cumplido
Al evitar de una familia la ruina
Causada por su torpe concubina
¿Cómo no se convence
ser muy justo, señor, se me dispense?
¿Un padre de familia, pues, qué haría
en la situación mía?
Buscar su hijo perdido y defenderse
Si es acometido
Por los de aquella casa
Donde la perdición sucede y pasa
Y si fuere a deshora
No encontrándose un juez ¿a quién se implora?
Tomar los delincuentes
Y éstos son de la ley medios prudentes
Y marchar donde el juez.
¿Qué otra cosa he hecho, señor Juez?
Yo a las mujeres traje
Porque trataron de causarme ultraje
Y sin meter gran bulla
Al jefe lo hice ver de la patrulla
De donde resultó que nos marchamos
Y en mi casa durmiendo y cenaron
Y aún más temprano cantaron
En testimonio del placer que hallaron
Y alegres y contentas
Quedando canceladas de todas cuentas
Fuéronse al otro día
Sin queja de ellas y sin culpa mía.
¿De dónde, pues, señor, ha resultado
habérseme encausado?
¿No es esto una injusticia?
¿No es obra que parece de malicia?

En fin, crimen no veo
Para que se me trate como reo.
Por tanto, US. Suplico
Que por esto y demás que no publico
para salvar la inocencia
en mi favor se dicte sentencia,
declarándose absuelto
y que de esta prisión que yo suelto,
o que sin un espacio dilatado
mi causa sea puesta en el estado,
de que a mí derecho justo alegue.

Hago a US. Responsable.
Por los perjuicios que siendo dable
Continuar con esta causa
Se me irrogue por seguirla a pausa.
Pido entera justicia,
Juro que no procedo de malicia.
Las costas pido de veras

Etcétera, Agustín de Ribera.



Demora algunos instantes el escrito en el despacho del Juez; pero por fin el escribano Juan Baltazar Olmedo, sale ceremoniosamente con la providencia dictada. Con seria y serena actitud se dirige al reo en la cárcel para leerle lo que el Juez ha ordenado. Es inaudito, increíble. 
¡El Juez también ha proveído en verso!

“Ya está nombrado el Fiscal
y es don Antonio Vidal.
Sufrir y aguantar la mecha
Proveo con esta fecha”

                        “Merino, el Juez.”

Este caso fortuitamente llegó a manos de Irisarri, quien preso de la indignación inició un sumario, castigando severamente y destituyendo a los involucrados.

OBRA
1.       “La beata” (1859) Comedia.
2.       “Fábulas Originales” (1862)
3.       “Mundo, Demonio y Carne” (1886) Diálogo.
4.       “Cuentos para Niños Grandes” (1868)
5.       “El Tejedor o la Batalla de Maipú” (1873) Teatro.
6.       “Pipiolos y Pelucones” (1876) Folletín Político.
7.       “Observaciones sobre el Verbo Hacer” (1877)
8.       “Excepciones de la Naturaleza” (1879).
9.       “Cada Oveja con su Pareja” (1879) Teatro.
10.     “El Testarudo” (1879) Teatro.
11.     “Ir por Lana” (1880) Teatro.
12.     “El Tutor y su Pupila” (1880).
13.     “Como en Santiago” (1881) Teatro.
14.     “La Colegiala” (1881) Teatro.
15.     “El Huérfano” (1881) Folletín 6 Tomos.
16.     “El casi Casamiento” (1881) Teatro.
17.     “La Dictadura de O’Higgins” (s/fecha)
18.     “Artículos de Costumbre” (s/fecha).
19.     “La Abdicación de O’Higgins” (s/fecha).
20.     “El Avaro” (s/fecha) Teatro.
21.     “Retratos Morales” (s/fecha).
22.     “La Cueca” (s/fecha) Teatro.
23.     “La Vocación” (s/fecha) Teatro.
24.     “El General O’Higgins y el Cabildo de Santiago” (s/fecha).
25.     “El Vividor” (1885) teatro.
26.     “El Ensayo de la Comedia” (1889) Teatro.
27.     “Historia de un Polizón” (1889) Poema.
28.     “La Academia Político-Literaria” (1890) Folletín.
29.     “El Logrero” (1890) Teatro.
30.     “Las Aventuras de Cuatro Remos” (1890) Folletín 8 tomos.
31.     “El Poeta y la Ninfa Eco” (1900) Teatro.