lunes, 4 de abril de 2016

GONZALEZ INCREPA A ZURITA, UNA ANECDOTA INTERESANTE

Zurita vs Gonzalez

 

Escribe: Samuel Maldonado de la Fuente.

En el salón de la Universidad Católica del Maule, la Comisión Cultural de la Gobernación, trajo como un evento de categoría, en Junio de 2000 al poeta Raúl Zurita. Allí, se dieron cita lo más granado de la poesía curicana, Alejandro Méndez Amunátegui, excelente poeta y amigo personal de Zurita y gestor de su venida a la ciudad; Edgardo Alarcón, quien más tarde leyó algunos de sus poemas, Luis Rojas Urquiza, René León Manieu, María Cristina Aliaga, entre otros.

La jornada del día Jueves 15 de Junio de 2000, se inició como todo en Chile, con atraso. El Salón de la UCM, es una verdadera joya para estos eventos y se veía con bastante público, en especial jóvenes que querían ver al bardo santiaguino.

Sentado en las primeras filas, se encontraba el reconocido poeta y abogado Jaime González Sepúlveda, que se le notaba bastante chispeante seguramente producto de algún ágape al que asistió. Se mostraba inquieto y con ganas de disentir con todo. Sus primeras intervenciones las hizo antes del inicio del encuentro con el Poeta Zurita, exclamando - ¡Qué salga el Tony, que salga el Tony!. (refiriendo a Zurita)

            Las luces  empezaron reducir su intensidad para comenzar la presentación, González insistía, se paraba, se sentaba y tenía nerviosa a algunas damas que estaban a su alrededor.

            Entre las penumbras, emerge con aires de divo, el poeta Raúl Zurita. Entre la penumbra, se denotan conversaciones entre los organizadores, que no le ceden el asiento al poeta. De las filas del fondo, tallas y risas surgen de jóvenes, seguramente universitarios que desean llamar la atención. Otro poeta, presentador de Zurita, Sergio Moreno, hablaba, hablaba, como era su costumbre, aunque bien, mucho. Esto fue motivo de pifias y risas.

Se inicia el acto, con la presentación de un cantautor, poeta y músico de Sagrada Familia, a sus palabras, Jaime González inquieto ya a esos instantes, nuevamente grita - ¡Qué cante el Tony! – el muchacho siguiendo la humorada le responde, - También fui Tony – su voz y la canción de la  Javiera Parra, deja estupefacto a todos incluso al invitado que atentamente observaba al cantante. Aplausos merecidos y dobles para el joven.

El turno fue para los poetas curicanos, primero Juan Pablo Aguilera y luego anuncian al poeta Maldonado, ante la insistencia de su vecino de asiento,  cede su puesto en el escenario al poeta Jaime González, quien solicita tribuna. Con dificultad, como desplazándose de lado, llega al pódium, se acerca al micrófono y dice: “Le voy a leer, para que sepa Ud.(dirigiéndose a Zurita),  un poema que compuse a los quince años y que ganó un premio, que el mismo Neruda me entregó personalmente, insisto, Neruda con sus manos me premió”.

El poema que finalmente no leyó porque se lo sabía de memoria, dice algo así como: “No discriminen al pobre negrito por el odio del blanco, el blanco discrimina al pobre negro, porque el negro es discriminado por el blanco”... – Con su pelo cano y despeinado sobre el escenario, parecía una silueta de Beethoven y su voz medio traposa, baja y poco entendible, la alza  mirando fijamente a Zurita, y replica – “¡Me repugna su poesía, Me repugna! ¡No escribiré más poesía! – acto seguido bamboleándose en estado de ofuscación, se retira del escenario y del salón.
Zurita parecía entre sorprendido y halagado por este acto de manifestación surrealista, con gran contenido estético y artístico. Luego el poeta no pudo abstraerse de la imagen de Jaime González y lo mencionó varias veces.

Así terminó este acontecimiento Zurita vs Jaime González, que se archivará en la historia de las anécdotas curicanas. A todos nos pareció una genialidad y acto estético cargado de creatividad que no podemos dejar de mencionar.

A los pocos días, Jaime González anuncia la aparición del libro de poemas: “La Bida es Vella” (tal como suena y está escrita) y el Poeta Zurita era nominado Premio Nacional de Literatura. Es decir, González se contradijo y Zurita no era tan repugnante.

(Una anécdota para recordar)