martes, 1 de diciembre de 2015

POESIAS DE "LA CIUDAD INVERSA"

Samuel Maldonado de la Fuente

Recién ha publicado el libro "La ciudad Inversa", donde rescata el simbolismo del silencio como una propuesta reflexiva. Nació en Linares, Chile y esta radicado hace muchos años en Curicó.



                                                                        

Confieso que he copiado

Este manuscrito es una buena copia original,
estoy chequeando los link de otoño,
Maturin y Lewis, eran genios cerca de la demencia
vampiros succionado versos.

Copiar – pegar los versos de esta noche,
está de vuelta Huidobro, Lhin, Rimbaud y Walt Whitman,
gracias programa de mi Word amado
páginas expeliendo el contrabando literario.


Innovadores del furor iconoclasta,
escuela frenética de los sueños delirantes y febriles,
credo romántico del pálido teclado inconsciente.

En 1929 Latouche sentencia el futuro
del cual no tuvo suficiente información:
“desde que todos no hemos vuelto genios
el talento se ha hecho de los más raro”.

La máquina más perfecta del industrialismo
fue la mÁ q U inA  de es CR ib I r…
La tecnología creo los idiotas más perfectos,
confieso que he copiado…..

Tarde de Enero

El ojo del cielo
cerraba lentamente sus parpados,
la brisa era ave sigilosa,
desde esta silla inerte de pueblo olvidado,
observo como muere el universo.
Siglos abriendo y cerrando páginas
días feneciendo sin piedad,
enero fogoso desprendiendo hojas,
busco explicaciones.
Viejos días de enero
viejas heridas aun sangrando,
mis muertos resucitan
almas pendiendo de algún archivo,
caen como lagrimas deshojadas,
mi muerto
mi hijo
mi padre
el vecino
el obrero
el campesino
mi muerto
mi muerto
mi muerto,
no hay justicia sin muertos
fenecen los asesinos
la memoria
el olvido
las concertaciones
los gobernantes.
¿Qué se dijo al viento de enero?,
estaban de vacaciones los jueces,
los curas
los rotarios
los masones
los evangélicos
las damas de Cema,
nadie dijo nada
solo una brisa de enero
trajo polvo sobre la tierra
cubriendo las huellas del dolor.
                                         Con la poetisa Silvia Rodríguez y Alberto Navero
                                         durante un recital en 2014

Pájaros 

Baten palmas azules
las aves del universo,
deambulan como palabras,
como hojas de ciruelo otoñal,
como libélulas inestables.

Vuelan a destino impreciso,
y su voz de pájaro
canta a la brisa como a un sendero
horadado por bandadas de sueños.

Se reúnen a meditar sobre los árboles,
donde se reparten las nubes,
los aires de otoño, las cosechas de invierno,
escucho pájaros al amanecer
voces del universo.

El primer lenguaje del alba cobriza
abre sus ojos de  pájaro, entre pálidas nubes
noción de vida latente en el cosmos;
quisiera volar como ellos
descifrando  el silbo misterioso,
por eso mis demonios mataré
y me colgaré del vuelo de  un pájaro errante,
nunca naufragaré entre las nubes.

Voces  

De los labios,
altavoces del corazón,
vuelan las aves en  libertad
por amplias calles restringidas.
Las voces
toman la forma de los ensueños,
la ciudad se ha llenado de humos
como basuras esparcidas en la conciencia,
escucho idealizadas voces
ecos atravesando el firmamento.
Vienen de lejanos rincones,
de lo incierto del alma,
de la desazón más pura,
son aves transitorias
con sus matices en rebeldía.
Jóvenes voces para las viejas palabras
que a todos nos pertenecen,
sobreviven en las hileras de calles
con sus cuerpos desprotegidos.
Se juntan como pájaros en los parques,
vuelan por las alamedas y rincones,
derrumban altos muros,
fundan sobre la libertad.
Se corean voces en las oficinas,
en el norte,
en el sur,
entre obreros,
en las caletas,
en los colegios,
en las universidades
mis amadas voces
abren su corazón.